Durante años, la educación diferenciada fue la norma. No eran los criterios religiosos los que primaban para esta política, sino que se veía con naturalidad, por parte de padres y profesores, que lo mejor para las niñas y para los varones era que fueran educados en escuelas separadas. Estaba claro para todos, que lo contrario, era ajeno al sentido común.En el sistema oficial y en el privado.
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Pasaron los años y las escuelas mixtas fueron cada vez más comunes. Así, promediando el siglo XX, la opción educativa por la escuela mixta era perfectamente posible en la mayoría de los países occidentales. Tanto los sistemas públicos como los privados de educación fueron incorporando el criterio de la educación mixta.Esta corriente pedagógica acompañó todos los movimientos sociales y culturales que, desde fines del siglo XIX y hasta bien entrado el XX, buscaban la igualdad de oportunidades para varones y mujeres, desde el derecho al voto hasta el acceso al mercado laboral, a la vida universitaria, al mundo de la cultura, a los deportes, etc.
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Se hace necesario precisar aquí que las bases filosóficas de los postulados feministas que impulsaron estos cambios -motivados inicialmente por razones de estricta justicia y reconocimiento a la dignidad de la persona- fueron tomando contenido ideológico cada vez más marcado. En efecto, corrientes de pensamiento de corte liberal o bien de corte marxista, en definitiva siempre de sesgo materialista, fueron utilizando los mencionados postulados para sus fines ideológicos.
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Prontamente entonces, el sistema pedagógico que mantenía la separación por sexos, fue asociándose a criterios de conservadurismo político o bien de intransigencia y fundamentalismo religioso, así como a un puritanismo trasnochado o a un machismo que sólo buscaba, en la permanencia del sistema separado por sexos, el aislamiento de las niñas del acceso a las mejores ofertas educativas. Los colegios “para señoritas” pasaron entonces a tener una connotación peyorativa “ancien régime”, como instrumentos culturales para mantener a la mujer dentro de la casa, aspirando en el mejor de los casos a una buena formación en las bellas artes y una formación religiosa fundamentalmente muy piadosa y bastante poco doctrinal. La formación profesional se reservaba al área de la docencia primaria y poca cosa más.
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