sábado, 18 de octubre de 2008

Antiguos alumnos.

En la foto, uno de los numerosos equipos de rugby de antiguos alumnos, en un Seven reciente, que lleva el nombre de Luis Ubilla, profesor y papá de Monte VI, prematuramente fallecido El tema de los antiguos alumnos es de vital importancia para el desarrollo de un colegio. A veces, cuando el mismo está en los diez o quince primeros años, parece no ser una prioridad. De hecho, porque todavía no los hay. Y porque las urgencias son otras, fundamentalmente crecer y consolidarse.
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Sin embargo, desde la etapa fundacional hay que empezar a trabajar en el proyecto a desarrollar con los antiguos. No es buena política esperar a que las primeras egresadas se casen o que los primeros egresados se gradúen para ponerse a andar. En efecto, se puede antes, ya desde el ingreso de la familia al colegio. Todas las iniciativas tendientes a crear lo que llamamos “espíritu de cuerpo”, son fundamentos de piedra sólida para una futura asociación de antiguos alumnos potente y agradecida. En un sentido amplio, todo rema hacia este objetivo si fue bien hecho. Pero algunos puntos son particularmente interesantes.
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En un colegio de varones, todas las actividades deportivas, viajes y campamentos son importantes. Los recuerdos agradables y divertidos, lo son también. Estos se pueden lograr esperando que caigan como una fruta madura o bien poniendo la intencionalidad de que el colegio sea una fuente de buenos recuerdos. Como en la vida familiar, los buenos recuerdos hay que provocarlos y luego atesorarlos. Son raíces. Fotos, eventos, personas divertidas y con capacidades de liderazgo, son también elementos a tener muy en cuenta.
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Más adelante, llegará la hora de las actividades propias de los adolescentes. Las fiestas sobre todo, merecen una atención importante por el Dpto. de Orientación. Y en este campo las mamás son lo más importante. Con ellas todo se puede, con ellas en contra no se puede casi nada. Merecerá un capítulo aparte, pero hay que aquietar los ánimos. Hoy por hoy, es más que difícil que una niña se quede “a vestir santos” en el sentido que le daban a la expresión nuestras madres y abuelas. Y sin embargo hay mamás que nada más tener las niñas 12 años, les entra la obsesión de que no se vayan a meter a “monjas”. ¡Y buena la hemos hecho!
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Volviendo a la foto, muestra un grupo de los que gracias a Dios, hay muchos en Monte VI. Se siguen viendo, son amigos, tienen alguna actividad anual preparada que les permita revivir y contar una y otra vez las mismas cosas y reírse con las mismas ganas. ¿A dónde mandarías hoy a tus hijos? se preguntaban en una reunión pasada, cerveza de por medio. Y todos coincidían: ¡a Monte VI!