Algo de eso está sucediendo hoy con la familia, a la que algunos -confundiendo quizá su deseo con un pensamiento- dan por disuelta y acabada. No es la primera vez ni será la última. Pero, afortunadamente, la institución familiar sale adelante. La inclinación de la mujer y el varón a crear entre ellos un vínculo estable y fecundo, que sirva de cauce al amor mutuo y permita educar hondamente a los hijos fruto de ese amor, está demasiado enraizada en la condición humana como para que una mutación social o económica acabe anulándola.
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Se dice que en el momento en el que el hogar dejó de ser un centro de producción y de consumo la familia tradicional tuvo que dejar paso a la familia nuclear. Quizá hubo algo de esto, pero en todo caso la institución familiar se adaptó a los cambios y salió incluso reforzada de tal lance. Pero se da un nuevo giro de rosca a esta idea y se mantiene que el hecho de que la mujer haya empezado a trabajar fuera de casa implica la muerte de la propia familia. Ahora bien, la noticia de tal fallecimiento parece un poco exagareda. Porque ya son muchísimos los grupos familiares que han atravesado la nueva situación y, con más o menos dificultades, han logrado consolidar esa comunidad cercana que constituye la única salvaguarda contra la soledad, y que no puede ser sustituida por ningún aparato jurídico que regule los modos de afrontar situaciones de dependencia.
Se comienza a mantener, en la actual línea política de intentar asustar a los presuntos conservadores, que el gran enemigo de la familia es el capitalismo. Y, por tanto, que son incoherentes quienes defienden a la vez la institución familiar y la libre empresa. Pero los que lanzan tal especie no se dan cuenta de que la libertad es indivisible y que la familia es la raíz que nutre la vitalidad de la sociedad civil. Los ataques actuales a la familia dejan siempre tras de sí un inconfundible tufo a totalitarismo que un progresismo tan proclamado como irreal no consigue disipar. La memoria histórica también tiene en este punto mucho que decir.
3 comentarios:
Magnifico artículo. Totalmente de acuerdo,plasma la realidad actual de España. Un saludo
Gracias Luisa y María Jesús. Pero los aplausos para don Alejandro Llano.
No le llego ni al talón.
Juan
En su momento Nietzsche dijo: "Dios ha muerto". Pero lo cierto es que hoy Nietzche no es más que polvo, y Dios sigue vivo.
La familia, formadora de virtudes y valores, es un obstáculo para muchos que quieren manipular a la gente, y allí ubicamos a los negociantes del homicidio bajo la modalidad del aborto.
¡Viva Cristo Rey!
¡Viva la Familia!
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