lunes, 31 de marzo de 2008

Segunda lengua.

Venimos desarrollando una serie de artículos, propios y prestados, sobre el bilingüismo en la enseñanza. Insisto en que al día de hoy, el conocimiento fluido de una o más lenguas, además de la materna, es un punto de partida, a mi entender, irrefutable. Un idioma no es sin embargo, sólo una forma de comunicarse. No existe un esperanto universal ascéptico, suficiente para las necesidades de comunicación que precisa el mundo de hoy. Las diferentes lenguas implican contextos culturales en sentido amplio, histórico, religioso, geográfico, sociológico. Este criterio debe ser tenido en cuenta a la hora de decidirse por la segunda o tercera lengua que se imparte en un colegio. Y los aspectos mencionados, deben estar claramente establecidos para el docente así como para la selección de libros y lecturas, de manera que no se contrapongan con el cumplimiento de los objetivos educativos con los que el colegio se ha comprometido ante los padres. Que además, para eso pagan.
.
Por poner un ejemplo, no se entiende que un docente de Inglés (british-english, para más detalles), no tenga una visión clara de la figura de Enrique VIII y de las consecuencias de sus actos o para plantearlo en forma positiva, desconozca a Santo Tomás Moro y a donde fue a parar su ilustre cabeza a causa de su lealtad al Papa, a la Doctrina y a su Rey.
.
Reproducimos entonces de arguments, un interesante artículo que Manuel Casado publicó en ABC el Viernes Santo (21-III-2008), con el título “La Pasión y la Lengua Española”.
.
Dice entre otras cosas: “La temprana evangelización de los habitantes de Hispania (…) tuvo repercusiones de gran calado en las diferentes manifestaciones de la actividad lingüística, bien creando palabras nuevas, bien dando nuevo significado a las existentes. (…) Apenas hay esfera de la vida en la que no haya dejado su impronta la fe y el modo de vivir de los cristianos. (…) Los personajes y acontecimientos de los Libros Sagrados –tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento- pasaron a formar parte del acervo idiomático de andar por casa.”
Y después de poner múltiples ejemplos de la vida ordinaria, concluye con estas ideas: “Nos preocupa, con razón, la falta de competencia lingüística de amplios sectores de la población joven. (…) Es posible, en cambio, que nos cause menos desazón la ignorancia de las raíces cristianas de nuestra cultura y civilización. Pero no nos engañemos: no se puede separar la lengua y la cultura; la civilización y el idioma que le ha servido de cauce expresivo durante siglos.”
.

2 comentarios:

maria jesus dijo...

Entro casi todos los días, con lo interesante que es el blog ¿porqué no escribes? Un saludo

j.a.varela dijo...

Gracias por tu visita Ma. Jesús. Es verdad, llevo más al día "las aventuras de una familia numerosa" y "familia en construcción". Mea culpa. Pero me empujas a escribir y lo haré.

Juan