martes, 6 de mayo de 2008

Deportes

Escribe una lectora amiga:

Hace unos días atrás, mi hijo de 9 años, me comentaba que no quería seguir yendo a fútbol en el colegio...
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Le pregunté por qué era eso y me dijo que lo molestaban mucho....
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Lo primero que le dije fue..." Bueno....si eso quieres..."....pero me quedó dando vueltas esto...
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Él se ha esforzado mucho por ir a fútbol, le encanta, de hecho quiere ser futbolista cuando sea grande y disfruta mucho pensando en eso, por lo que tuvo que subir todas sus notas para poder seguir yendo....
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El lunes hablé con el profesor y le conté lo que pasaba con él....yo sé que quizás paso por exagerada en estas cosas o no a todo el mundo le gusta, pero no se trata sólo de mi hijo.....sino que se trata de otra cosa.....
Y sigue nuestra amiga Peque con su artículo que te recomiendo leer:
(
pincharacá)
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El deporte en el colegio ha sido siempre un tema complicado. Por un lado, los papás, sin duda el factor más importante. Hay que establecer claramente en un diálogo franco, qué es lo que el colegio espera del deporte y cómo lo encuadra dentro de su ideario y de la formación global de los alumnos. Para que no haya equívocos. Al borde la línea de cal, he visto padres totalmente enajenados, gritando improperios a su hijo, a los compañeros, a los contrarios y al juez. ¿Han venido a desahogarse de
las tensiones de la semana? Mal camino señor mío.

Luego, los he visto esgrimir las aptitudes físicas de sus hijos para justificar malos comportamientos en conducta –agresividad sobre todo- o en rendimiento académico. Viene bien recordar aquí lo que citábamos en un artículo anterior:
(pincharacá)
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El mal comportamiento no se evita alabando el bueno. Hay que actuar eficazmente sobre el malo. Tampoco es de buena política encubrir al niño que se comporta mal habitualmente, principalmente si es agresivo con sus pares, alabando sus fortalezas sobre todo en el área de las destrezas físicas. Sólo se logra potenciar su actitud negativa. Finalmente, no es lógico minimizar el daño producido, ya sea por parte del docente o por la familia. Normalmente detrás de esta actitud se esconde una falta de fortaleza en llamar las cosas por su nombre.

El deporte en un colegio, no es alta competencia sino sana competencia. Es ocasión de ejercitar virtudes y de divertirse. No de agobios ni castigos morales, sin duda más duros que los físicos. Un alumno que siente que en el deporte no se le respeta, es un fracaso para el Departame
nto de Orientación.

Hace falta fortaleza en los papás y en los directivos de las instituciones educativas para encuadrar adecuadamente el deporte en las actividades.

No tengo autoridad personal para afirmar estas cosas. Siempre fui un mediocre deportista. Pero buscando este enfoque educativo-deportivo, del colegio surgieron deportistas profesionales y sobre todo ejemplares en su hombría de bien. Contaban, ellos y yo, con sus papás, que con un uruguayismo muy de moda, “la tenían clarísima”.

2 comentarios:

Peque dijo...

Juan...uff...que honor que hayas puesto eso...
Que cierto lo que hablas de la fortaleza de los padres para que el deporte sea ocasión de ejercitar virtudes, junto con divertirse...
Un abrazo
Peque

j.a.varela dijo...

Gracias Peque por el empujón.

Juan