Édouard Manet (1832-1883) pintó esta tela de una "Amazona sobre fondo azul" entre los años 1882 y 1883. Al nombrar en un post reciente a la figura del Preceptor en el colegio, me pareció oportuno traer este cuadro, para goce estético de todos y para recordar a una mamá inefable, muy cercana en la familia y en el corazón, que una vez, fue a la entrevista con el preceptor a caballo. Como es mi cuñada, no tengo ningún problema en decir su nombre: Mónica. Para los lectores de ultramar, aclaro que Monte VI si bien en esos año estaba en una quinta muy bonita, es un colegio urbano. Y que Montevideo, es una ciudad moderna en la cual la gente "normal" circula en sus autos o en los ómnibus. Pero mi cuñada es todo menos normal. A ver si nos entendemos, es una madre de familia numerosa (12) con nietos (8), médica, empresaria... y ya con esto alcanza para ver que con los criterios de estos tiempos, no es normal. Gracias a Dios aún quedan esas anormalidades, lo cual nos permite ser muy optimistas sobre el futuro del "homo sapiens".
Pues bien, tenía un caballo en su casa y no tuvo mejor idea que ir Monte VI montando. Hay fotos que lo documentan. Vaya a saber dónde están. De ese día guardamos el recuerdo del Padre Cuacua (Jorge Méndez), que al ver el caballo (se llamaba Sargento) montó y dio una vuelta para delicia de los niños. A los pocos días se iba a Pamplona para su primera operación del tumor cerebral (1998), a consecuencia de los cual el Señor se lo llevó al cielo el pasado 25 de julio.
La anécdota de la madre amazona, vale por sí misma, pero además pone de relieve la preceptoría o tutoría. Es una herramienta más de la enseñanza personalizada. Permite que la información de la marcha del alumno llegue a los padres en una entrevista única, y no la multiplicidad de docentes -que puede haber- sobre todo en secundaria. El preceptor, que es siempre además un docente, está disponible para que el alumno se entreviste con él con frecuencia y naturalidad. Tiene algunas semejanzas y diferencias con el tutor de los colegios sajones. Su tarea incluye el despacho periódico con los padres -a quienes ayuda mucho- , implica una especialización educativa importante, una sintonía con el ideario del colegio necesaria y una unidad de vida imprescindible.
Puedo dejar testimonio como director del colegio, de la solidez del departamento de orientación que me acompañó durante mi permanencia en Monte VI. De la importancia que tuvieron los preceptores en mi familia para ayudarnos a mi esposa y a mi en la educación de nuestros hijos. De los buenos resultados obtenidos. Fundamentalmente de la imagen de hombría de bien, cristianos coherentes y profesionalmente destacados. Fueron modelos para muchas generaciones de antiguos del colegio. Nunca se romperá esta huella porque forma parte del ser y del modo de ser del colegio.
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