lunes, 1 de octubre de 2007

Negocios

Siguiendo con estos recuerdos, la sede de la calle Millán 4250 (haz clik) de Monte VI, tenía detrás una linda cancha de football, casi reglamentaria.
Una tarde, en un incidente deportivo común y corriente entre los aguerridos jugadores, MJSG, fue levantado varios palmos del piso por un suave botinazo de JMO. Gajes del oficio, de la garra charrúa y de la bestialidad de los jugadores.
A consecuencia del pequeño y delicado roce, el primero de los nombrados resultó con una doble fractura de pierna. El director, que trataba de escapar en todo lo posible a su condición de médico, no tuvo más remedio que ir en auxilio del infortunado. Nada pudo hacer hasta que llegó la ambulancia, lo calmaron, lo inmovilizaron y lo trasladaron al hospital. A los dos, ya que cualquier director sabe que los traslados al hospital forman parte de sus responsabilidades. Al igual que convencer a los preocupados papás que así son las cosas del deporte.
Antes de seguir con la anécdota, debemos decir que MJSG fue siempre un estudiante modelo. En todos los sentidos. Y lo sigue siendo, ya casado, graduado y por ser padre.
De vuelta al colegio, llegó en silla de ruedas. Al principio, sus compañeros se peleaban para llevarlo. Al ver el interés, decidió incentivarlo mediante el cobro de una módica moneda. Abierto el nicho de mercado, el perspicaz lesionado se dio cuenta que podía mejorar sus ingresos, si en lugar de pasearlo a él, dejaba el lugar a otro y alquilaba la silla. Además, el yeso ya estaba seco y podía apoyar la pierna -se dijo para sus adentros- si algo le faltaba para convencerse de la oportunidad del negocio.
¿Se imaginan si hubiera tenido la monster wheel chair de la foto? Hasta los maestros le hubieran comprado boletos.

2 comentarios:

maria jesus dijo...

Uno de mis hijos cobraba por comerse la verdura de los que no la querian,es la ventaja de que te acostumbren a comer de todo. Un saludo

j.a.varela dijo...

Gracias por tu comentario María Jesús. Ya se ve que tu hijo triunfará en los negocios. Uno de los míos cobraba 50 centésimos por capítulo que le leía a un hermano más grande. La familia si que es incubadora de empresas!
Saludos,

j.a.varela