jueves, 25 de octubre de 2007

Trípode I



A propósito de mis años como director, pero también a la luz de mi experiencia personal como padre y como amigo de muchos otros padres, quiero hacer algunas consideraciones sobre cuáles son nuestros objetivos educativos familiares, qué medios tenemos a nuestro alcance, qué resultados podemos esperar y qué elementos de certeza tenemos.

No se asuste el amigo lector y crea que pienso extenderme en un largo tratado. No está a mi alcance. Mi formación médico quirúrgica me lleva a “ir al bulto”.

Si pudiéramos escuchar sin ser vistos, las conversaciones de los papás –y de los abuelos, que mucho importan- sobre las expectativas que tienen de cada uno de sus hijas e hijos, veríamos un anecdotario muy divertido. Desde los aspectos deportivos, hasta los detalles físicos, los logros intelectuales, sociales, laborales y económicos, nueras y yernos, nietos y biznietos, todo lo imaginamos los padres. Todo. Una novela rosa legítima y simpática, de tejas abajo, le hemos oído decir tantas veces y con tanto cariño a San Josemaría.(pinchar acá)

La vida nos ha enseñado a todos, gracias a Dios, que sin embargo, cada personita que ha venido a alegrar nuestras familias, es nada más ni nada menos que eso, una persona. Y que nuestro accionar educativo, en toda circunstancia, debe estar dirigido a facilitar el máximo desarrollo de sus potencialidades del modo que le es propio. En definitiva, que el deber de educar responde al derecho a ser educado en el respeto de las peculiaridades de cada niño. Recomiendo la lectura del siguiente artículo de Ramón Pi sobre la obligación de educar, tomado de Arvo.net (pinchar acá)

En efecto, las expectativas en el terreno del quehacer humano tienen que ser realistas, prudentes y pacientes. Y como la mirada del amor materno y paterno, es y debe ser, por definición incondicionada, hacemos bien en usar ayudas externas apropiadas para que, este amor y esta aceptación del hijo por lo que es -por ser persona y sin adjetivos-, no se transformen en una limitante del desarrollo de nuestros hijos. Buscando lo que consideramos mejor, podemos errar en lo que es bueno para cada uno.

Seguiremos.

No hay comentarios: